AgnatosCarruselOrden Petromyzontiformes

Lampreas

Estos peces se adhieren a otros animales con su ventosa oral y las hembras también lo hacen a las piedras de los ríos. De este comportamiento proviene el nombre de este Orden (Petromyzontida) que significa “chupador de piedra” y viene del griego petro –piedra- y myzon –chupar-.

Familia. Petromyzontidae

Petromyzon marinus Linnaeus, 1758
-Lamprea- / Código 3Alfa = LAU

El cuerpo, sin escamas y escurridizo, presenta una morfología simple, alargada y cilíndrica tipo serpiente. Sin aletas pares y con dos únicas aletas dorsales separadas entre sí (en P. fluvialis los lóbulos de las aletas dorsales son contiguos). Tienen ojos pequeños con siete orificios branquiales tras ellos. Una curiosidad más es la presencia de una única fosa nasal sobre la cabeza, dispuesta a modo de chimenea.

La boca está en posición ventral. Es alargada, a modo de hendidura, y cuando se abre se convierte en una ventosa circular con series concéntricas de dientes. La acción de la ventosa es potente para asegurar la fijación mientras los anillos de dientes generan una herida por la que chuparán la sangre de su huésped.

La lamprea es un animal de aspecto increible y de biología muy particular. Es un pez primitivo, anterior a la aparición de las mandíbulas, que surgen hace más de 450 millones de años. No posee aletas pares, ni escamas y su rasgo morfológico más llamativo es la boca, formada por una ventosa rodeada de dientes cortantes con la que se sujeta a otros peces para alimentarse, ya que son hematófago. Esta forma de alimentación les ha valido el apodo de «vampiro de río». Las hembras también utilizan su boca para sujetarse a las piedras durante el apareamiento, lo que podría sugerir el origen del nombre “lamprea”. Este vendría del latín lampetra que significa “lame piedras”, con origen en lamberé –succionar- y petra –piedra-. Otro posible origen del nombre común estaría en el nombre del rio Lamprus, afluente del Po e importante zona de captura desde antaño. Una tercera hipótesis sugiere el origen del término “lamprea” en la forma de alimentación, ya que vendría de lamberé –succinar- y praeda –presa-. El nombre científico significa “chupa piedras marino”, en alusión a su estrategia de apareamiento ya mencionada. El nombre genérico proviene del griego petros –piedra- y myzein –chupar-. Del epíteto específico se deduce que no es un pez exclusivamente fluvial.

La mayor amenaza para la conservación de la lamprea es la contaminación de nuestros ríos y la alteración de los cauces fluviales, ya que son peces anadromos que necesitan los cursos fluviales para reproducirse. La puesta tiene lugar en los tramos altos de los ríos, entre abril y junio. Las hembras se adhieren a las piedras con la boca para resistir las corrientes mientras los machos fertilizan la puesta con su esperma. Después entierran los huevos (hasta 250.000) mediante movimientos de su cola y tras unas semanas nacen las larvas, que son filtradoras y no se parecen a sus progenitores. Éstas permanecen de dos a cinco años en el río y cuando han adquirido un tamaño adecuado tiene lugar la metamorfosis a adulto, coincidiendo con los meses de julio a octubre, para migran al mar entre septiembre y diciembre. Los adultos son hematófagos y poco se conoce de su etapa marina. Los datos se limitan a capturas accidentales adheridas a tiburones y otros peces, hasta unos cientos de metros de profundidad. Pasados de dos a tres años alcanzan la madurez sexual, dejan de comer y remontan los ríos para volver a reproducirse, cerrándose el ciclo biológico con la muerte de los progenitores.

El guiso de lamprea es un plato fuerte en sabor y precio que algunos comensales buscan en la época de pesca.

Un problema añadido a la pérdida y destrucción de su hábitat es la sobreexplotación, ya que la lamprea tiene un alto valor comercial. La pesca tiene lugar antes de la reproducción, mientras remontan los ríos, y la extracción de individuos reproductores antes de que tengan ocasión de reproducirse impide el relevo generacional. Además, desconocemos el tamaño de las poblaciones y, por lo tanto, no podemos determinar cupos de captura sostenibles. Por todo lo dicho, es de suponer que estamos colocando a este increible animal en situación crítica para su supervivencia.